En un bajo comercial lóbrego de un edificio reciente con una estrecha fachada a la calle y una fachada del mismo tamaño a un patio de manzana, se proyecta una clínica de fisioterapia. Llevar luz a los despachos interiores fue el origen del proyecto. Jugando con el techo se consigue, mediante un juego de plegados, ventanas altas por las que entra luz a las zonas de tratamiento.
En cuanto a los acabados, se buscan superficies muy lisas y fáciles de limpiar y mantener, que a la vez proporcionen una sensación de calidez para los pacientes.
Como usuarios de clínicas de fisioterapia siempre nos intrigó el por qué del aspecto hospitalario que suelen ofrecer, cuando los tratamientos son limpios y no se tratan enfermedades contagiosas. Desde el principio trabajamos para nosotros mismos, para incorporar a nuestras visitas una dosis de calidez.
La clínica se distribuye en una zona de entrada, una batería de cabinas de tratamiento con despacho asociado a un lado del pasillo y aseos y espacios de servicio al otro lado. Al fondo, dando frente al patio de manzana, una sala multiusos con un despacho asociado.
El resultado final hace hincapié en los techos, marcando los plegados con líneas de luz. El techo, en un lugar en el que uno está acostado gran parte del tiempo, se convierte en el paramento en el que se pierde la vista, en el protagonista del espacio. A través de la iluminación indirecta, se evita el deslumbramiento directo de los pacientes. La tabiquería se dispone como una única mampara a 2 metros de altura, recogiendo las puertas y divisiones, de forma que los acristalamientos superiores dejen ver toda la dimensión del local.